Si Volkswagen materializa su ambición de convertirse en el líder mundial de los automóviles eléctricos, será gracias a una apuesta radical y arriesgada nacida de la mayor calamidad de su historia.
El gigante alemán ha apostado su futuro, con una suma de 80.000 millones de euros (91,000 millones de dólares) en juego, a la capacidad de producir vehículos eléctricos de forma rentable, una hazaña que ningún fabricante de automóviles ha logrado.