En los almacenes que tiene Amazon diseminados por el mundo conviven dos tipos de trabajadores: los humanos y los robots. Y la convivencia no siempre es fácil. Por ejemplo, si a una máquina se le cae un paquete y una persona se acerca a recogerlo, existe un peligro muy real de que el robot ignore la presencia de su compañero y se lo lleve por delante. Para evitar estos accidentes, solo hay dos opciones: una, hacer que los humanoides sean más listos, o dos que los seres humanos se protejan mejor. Y Amazon ha preferido, de momento, la segunda opción.
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