Durante siglos, las ciudades se han enfrentado a la mala calidad de aire.

En los años 1950, por ejemplo, las plantas industriales de carbón generaron una nube de esmog que envolvió a Londres y cobró la vida de miles.

Mucho se ha logrado desde entonces para limpiar el aire que respiran los londinenses, pero la capital británica continúa siendo una de las ciudades más contaminadas de Europa.

Por otra parte, en 2016, la Organización Mundial de la Salud declaró que San Salvador, Santiago, Bogotá y Lima se encuentran entre las capitales más contaminadas de América Latina, con índices de material particulado muy por encima de lo recomendable.

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