Lo cierto es que con un peso de apenas un gramo, este diminuto insecto robótico que quiere volar se enfrenta hasta ahora a una barrera insalvable: el peso de la batería sería el que le impediría levantar el vuelo. En las pruebas anteriores, este tipo de robots siempre han usado cables para su alimentación. Pero el nuevo “RoboFly” está listo para ser el primero de un ejército de insectos robots capaz de hacerlo sin batería alguna en su cuerpo.
El truco, como cuentan en la Universidad de Washington (responsables del proyecto), está en proporcionarle de forma indirecta la energía necesaria para mover sus alas. El sistema que han presentado consiste en una pequeña célula fotovoltaica a modo de antena y que recibe un haz dirigido de “luz láser”, el cual es transformado en electricidad. Posteriormente los 7 voltios obtenidos de la pequeña célula son transformados a 240 V con los que generar el movimiento de las alas mediante diferentes impulsos.